Lo vintage está de moda, aunque estar de moda contradiga su propia esencia. Decimos esto porque un verdadero objeto vintage ha de ser ya clásico y lo clásico escapa de las modas. Hay tantos objetos vintage como hay miradas sobre el pasado, y esto es lo que lo hace atractivo. Eso sí, lo vintage tiene que cumplir algunas condiciones: en primer lugar debe ser un objeto bello. Por tanto, no basta con que un objeto sea 'viejo' para considerarlo vintange. Su valor estético es lo que marca la diferencia. 

 

También ha de estar fabricado con materiales de calidad y, si bien en su origen pudo ser parte de una serie, hoy debe haber adquirido cierta exclusividad: debe ser escaso. Por supuesto, un artículo vintage ha de estar en buen estado, sin que esto signifique que tenga apariencia de estar recién fabricado: muy al contrario, las huellas de uso y de desgaste le añaden prestancia. El desgaste es vintage; el deterioro, no.

 

Sin duda, tuvo que haber marcado una tendencia en su tiempo, es decir, debe poder ser relacionado con otros objetos de su misma época o con algún acontecimiento histórico. Pero ninguno de estos rasgos vale de nada sin lo que, para nosotros, es lo más atractivo del vintage: su poder de evocación.

 

La nostalgia que genera su observación nos lleva a recuperar parte de nuestra vida, activa nuestros recuerdos y nos traslada a un pasado que, desde la distancia, siempre revivimos con placer.

 

Y ¿qué mejor que poner placer en nuestra vida? Pues, eso.